La práctica de la neuroeducación
En la actualidad la mayoría de las investigaciones neuroeducativas se realizan con alumnos debidamente informados, que aceptan, voluntariamente, formar parte de un experimento a realizar fuera de la escuela, en laboratorios de prestigio académico donde se toman todos los recaudos éticos para que ello se haga de la manera más correcta posible, no dé lugar a engaño ni dañe la intimidad del sujeto ¿Qué sucederá cuando comiencen a introducirse nuevas tecnologías neuroeducativas, especialmente cuando sea común el estudio de las imágenes cerebrales, en las propias escuelas? Seguramente se repetirá lo que pasó con las primeras computadoras. Sólo un pequeño grupo de expertos estará a cargo del laboratorio de neuroeducación, del “NeuroLab”. Estará formado por personas competentes, bien entrenadas, ligadas principalmente a la neurología y a la psicología cognitiva. Este grupo inicial dará las pautas de la investigación, será referente ante las instituciones académicas y las fundaciones, y sus integrantes se convertirán en los autores principales de los trabajos y publicaciones. Además, sabrán respetar los códigos éticos que son de rigor en los laboratorios de investigación del cerebro humano.
La novedad aquí es que las actividades del NeuroLab rebalsarán, por así decir, los límites de la neurología clínica y de las neurociencias y desbordarán hacia la práctica de la “educación común”, que no es el campo habitual de los neurocientíficos o neurólogos (que, en algunos casos, pueden ser expertos en “educación especial”). De allí la gran importancia de trabajar en equipo con docentes y pedagogos, y expandir poco a poco el campo propio de la neuroeducación, que será mucho más amplio que el habitual de las neurociencias cognitivas. Merece recordarse al respecto que uno de los textos más prestigiosos, y voluminosos, de estas disciplinas, no menciona siquiera el témino “educación” en su índice (Gazzaniga, 2003). Hay mucho que trabajar para que la educación se convierta en un campo fecundo para las neurociencias. Hasta ahora lo hace, sólo tangencialmente, por el estudio de aquellos procesos de aprendizaje ligados a la plasticidad neuronal, por ejemplo. Pero la educación es mucho más que el aprendizaje, tomado en el sentido restringido de las neurociencias. Es necesario que los valores propios de la educación sean incorporados a la indagación de las ciencias del cerebro para construir una neuroeducación genuina.
Por decirlo con un ejemplo, cuando un neurólogo se ocupa de la aritmética, generalmente lo hace impulsado por un disturbio en el proceso de cálculo, provocado por una lesión cerebral que produce una discalculia o acalculia. Cuando un docente enseña a sumar o restar se preocupa en seguir ciertas pautas pedagógicas, primero enseña las operaciones con enteros positivos, después con números negativos, etc. Se basa en el sentido común y en una tradición secular. No necesita para ello la ayuda de experto en ciencias del cerebro. Un matemático, por su parte, se contenta con formular estructuras abstractas, formales y consistentes, como las operaciones de grupo, sin necesidad de hacer concesiones a la neuropsicología y a la pedagogía. En cambio, un neurocientífico, más aún si es matemático de formación, tratará de unir las dos puntas, utilizando las tecnologías más avanzadas y las experiencias mejor controladas para entender cómo el cerebro es capaz de calcular “efectivamente” una simple diferencia entre números, por ejemplo (Dehaene, 1999). Hasta el momento, para hacer estos estudios es imprescindible contar con instrumentos de gran complejidad que sólo existen en laboratorios de avanzada. En el futuro, el propio contexto escolar guiará las investigaciones sobre la enseñanza de las matemáticas, a medida que estos instrumentos se instalen en la escuela. El trabajo en equipo entre neurocientíficos y docentes planteará, sin duda, nuevos problemas neurocognitivos, difíciles de imaginar fuera de la vida diaria de la escuela. En un futuro más lejano, es de esperar que los propios alumnos se acoplarán a esta aventura del espíritu, como ha sucedido ya en el campo de la informática y de las comunicaciones. Lo cierto es que se irán creando.
"El cerebro educado:
Bases de la neuroeducación"
Antonio M. Battro
me parecio muy interesante este documento, del cual edité una parte que en lo personal me intereso,también creo que es importante se redescubra, la amplia gama educativa, con sus diferentes ramas y un nuevo campo de estudio considerando bases neurologicas pero ahora dentro del contexto educativo,como refiere el texto anterior, asi que considero buena la delimitación de la ciencia educativa,en esta nueva... "neuroeducación"; y bueno que se vaya consolidando en base a la misma experimentación y todos aquellos pasos que la solidifiquen como ciencia, todo sea por la eficaz detección de problemas que influyen en el aprendizaje, y por nuevos modelos de aprendizaje, igual combinandolo con la nueva era digital, inteligencia artificial,y lo que se venga y sea para el beneficio del conocimiento del ser humano.
miércoles, 4 de marzo de 2009
La neuroeducación nueva ciencia...
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